El desenlace del maltrato en pareja y 2
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………. «¿Cómo puede una chica joven no darse cuenta de que su acompañante reiterado está invadiendo su intimidad, no darle un puntapié a su falso amigo y echarlo lejos?» La experiencia dice que hay muchas jóvenes que por inadvertencia, por ser confiadas en exceso, porque el chico les gusta, porque ya tienen edad de formar un hogar, porque nadie se lo propuso antes, porque no ven el peligro, por … lo que sea, prosiguen esa relación tóxica y acaban cazadas en las redes del asediador.
………. Porque es una relación tóxica, que cuanto antes termine mejor. Porque nada bueno va a venir en ese tipo de relación, porque nada bueno puede esperarse de esa clase de personas, porque no va a tener ni un día de respiro en su vida, porque esa relación puede acabar muy mal para ella, y, si aguanta y no perece, va a ser desgraciada toda su vida.
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………. Lo relatado es lo que suele pasar en los primeros meses, o estadios, de la actuación del malhechor. Ahora toca decir la labor del maltratador cuando se siente seguro, cuando entiende que ya ha logrado lo que tenía que conseguir: Aislar a su pareja, ir poco a poco sometiéndola a su voluntad, disminuir su capacidad de resistírsele, anularla como persona libre. Conseguido todo esto, el sujeto empieza a mostrarse tal y como es. Incluso antes de completar su labor, es fácil que haya dejado entrever su verdadera personalidad.
………. Pero aquí tenemos que hablar de dos personalidades. La auténtica ya la hemos esbozado en el primer artículo. Dijimos que no sentía respetaba a nadie, que era egoísta, desalmado y autoritario. Todo eso él ha tratado de ocultarlo en su primera etapa de conquista, para lograr un «sí», el sí a la convivencia juntos. Afianzada esa meta, no se va a producir realmente un cambio de personalidad. Van a aflorar las cualidades profundas, íntimas, innatas, el auténtico ser que hay dentro de aquella persona.
…….. La pareja lo va a percibir como un cambio. En realidad es que va a caer poco a poco el velo que tapaba la verdadera personalidad y va a florar ésta. Y ésta es horrorosa, en mayor o menor grado, en función de hasta dónde se van a manifestar en él los peores instintos de la raza humana. Vayamos por partes, por grados, por etapas cronológicas.
………. Cuando aún no haya prole es posible que, si el sujeto la desea, se contenga. Y alargue el período de conquista, de suavidad en las formas, hasta que la prole esté presente. Porque si descubre su verdadera personalidad antes de que lleguen los hijos, que hoy en día tardan en aparecer, la pareja tiene más fácil el abandonarle. Y él no quiere eso. Ésta será una de las condiciones que se darán para que sea mas fácil el abandono, la huida de un hogar tóxico, de una persona tóxica, que da más problemas que problemas soluciona.
………. Cuando el maltratador, todavía en potencia, si somos muy condescendientes con él – tal vez en exceso – porque violencia psicológica es la que ha estado ejerciendo desde el primer día, cuando el maltratador decide mostrarse como es, cuando empieza a desahogar su frustración interior, su penosa y perversa personalidad, empieza al maltrato psicológico en grado máximo. Que consiste en rebajar la calidad humana de su pareja. Su objetivo pasa a ser convencerla de que no vale nada, de que no acierta en nada, de que no hace bien nada. Y para eso la trata despectivamente a solas y ante los hijos. Incluso ante la familia de ella, si está ya muy seguro de su poder sobre ella.
………. Entramos en la que dijimos era la segunda etapa, la del maltrato psicológico. El maltratador tiene el dominio del hogar. Su pareja está sometida. Y lo que es peor, ahora ella tiene el temor de los hijos. Que no puede dejar al alcance del padre, autoritario, vociferante y violento, por si se desahogara con ellos. Su obligación pasa a ser defender a sus hijos de las iras del padre. Motivo por el cual el padre maltratador puede mostrar todas sus malos genios con la madre y con los hijos. Precisamente su capacidad de hacer daño le asegura la no huida de su pareja.
………. ¿Qué mujeres pueden aspirar a abandonar un hogar tóxico y amenazante con hijos? Cuando el padre maltratador lo sea sólo de palabra, cuando tenga una cultura y un puesto profesional a la que una separación y las circunstancias de esa ruptura puedan dañar su prestigio profesional, su imagen ante sus compañeros de trabajo. En los demás casos, los hijos amarran a la madre víctima a su maltratador.
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………. Hay que tener un aguante heroico para no sucumbir ante un maltrato psicológico permanente, por parte de alguien que no tiene corazón, que no tiene ni rastro de empatía para captar el daño que hace a su pareja y a los hijos. Ya lo hemos descrito en otra serie (cuyo primer capítulo era: http://www.sofiaoriginals.com/cambio-forzado-de-sexualidad-funcionamiento-del-cerebro/ ) y no insistiremos ahora, pero el maltratador psicológico siembra un pésimo ambiente en ese hogar.
………. Los hijos, igual que su madre, están siendo intoxicados durante años con esa ponzoña que impregna el ambiente: La madre ya la conoció antes de que los hijos vinieran al mundo, o la conoció mucho mayor que los hijos, formada ya su personalidad. La de los hijos no está formada aún y ya están inmersos en ese odioso ambiente. Ambiente que van a considerar normal, pues es el de su casa, es el de siempre.
………. Es forzoso distinguir, hablando de efectos, el sexo del hijo. Los hijos varones pueden ser influidos en menor grado que las hijas, del sexo opuesto al padre maltratador. Los chicos de escaso «nivel de Evolución» (no encuentro otra característica que defina mejor la diferencia, o menos maduros, si se prefiere) se acostumbrarán a que «el macho domina a la hembra». Y tenderán a hacer lo mismo cuando les llegue el momento. Lo han aprendido en casa y ya saben cómo se hace. Y con eso la epidemia se perpetúa.
………. Los de nivel de Evolución alto capearán la dificultad como mejor puedan, no serán influidos por el comportamiento del padre y no se volverán maltratadores en su momento, porque no aprobarán, ya adultos, la manera de actuar del padre. Y ello debido a su «nivel de Evolución» alto.
………. Con las hijas la situación cambia, el efecto es más patente. Las de nivel de evolución alto, o más maduras, considerarán que su padre es un «capullo», despreciarán su forma de comportarse y no se verán influenciadas, conservarán sus valores innatos y seguirán su vida sin alteraciones. El peligro está en las hijas de escaso «nivel de Evolución». Ellas se verán asustadas por los arrebatos de furia del progenitor. Crecerán con miedo cuando son muy niñas. Y ese miedo se convertirá en odio, un odio íntimo, nunca expresado, cuando se desarrollen. Odio al padre, odio al hombre, a todos los hombres.
………. Tal vez apoyado ese odio al ver que algunos de sus hermanos ven bien, o apoyan, o imitan, el proceder del padre maltratador. A qué final conduce ese resquemor inmenso al género masculino es fácil de suponer, a un cambio en sus preferencias sexuales. De manera que las jóvenes que han pasado por un proceso tan doloroso no debieran ser objeto de rechazo por la mayor parte de la sociedad. De una sociedad que las ha dejado solas, abandonadas, indefensas, cuando eran niñas, y las anatematiza cuando son adultas. Tal vez sólo porque la sociedad no es adulta en absoluto.
………. De manera que éste es el efecto que causa un maltratador en el seno de una familia. En el seno de una sociedad que sigue siendo machista, tal vez no de la manera esdrújula y mayúscula que lo era hace una o dos generaciones, pero en una sociedad así, un maltratador deja un reguero de infelicidad y desdicha que comprende a dos generaiones, la suya y la siguiente. Y, lo que es peor, se reproduce como un mal virus, en las generaciones siguientes. Puede decirse que deforma y destruye todo lo que toca.
………. Por eso se le debe poner coto – como si de un apestado se tratara – localizar e impedir que prosiga su nefasta labor. Se debería dar publicidad a su forma de operar, para que todas las jóvenes sepan distinguir a un maltratador desde sus primeras manifestaciones, desde sus primeras añagazas. Y se apresuren a poner pies en polvorosa, tierra de por medio. E impedir no sólo una existencia de sufrimiento y dolor para ellas, sino también que los futuros frutos de sus vientres caigan en las redes de un ser despreciable y horrible.
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………. Llegamos a la parte más dolorosa, aquella en la que el maltratador no se conforma con denigrar verbalmente a su pareja, en amedrantar a los hijos y deformar a algunas de las hijas, sino que pasa a la acción y golpea a su pareja. Tratemos de profundizar en la diferencia entre un maltratador psicológico y un maltratador físico.
………. El primero todavía tiene una «línea roja» que no se decide a pasar, la violencia física sobre su pareja, golpear con su mano a la otra persona. Porque parece obligado suponer que la primera vez que se dio un golpe fue con la mano, no con el pie. Y que antes de golpearla por primera vez, en otra ocasión, otro día, haría ademán de golpear sin llegar a hacerlo. Y ver que la mujer hacía un gesto de protegerse le causó agrado, sensación de poder.
………. Diríamos que aquí está la clave, en la sensación de poder. El maltratador es un desgraciado, un acomplejado, un ser insignificante, que tiene conciencia de su propia insignificancia. Él sabe que no vale nada, que duda de todo, que no sabe decidirse, que es un mar de dudas. Y eso le pone de mal humor. Maldice la existencia, su existencia.
………. Y trata de ocultar su pésimo interior aparentando una confianza y una seguridad que no tiene. Trata de compensar su invalidez interior imponiéndose al menos a una persona en el mundo, a la que elija como compañera suya para la vida, a la que será su víctima.
………. Para ello, primero la cautiva, luego la denigra y más tarde la golpea, para demostrar su superioridad. Se siente así superior, porque puede manifestar esa superioridad con el uso de la violencia sobre una persona a la que ve más débil todavía. Él es más fuerte, piensa. Pero sólo físicamente, añadiremos aquí.
………. El que recurra a la violencia física demuestra que no siente respeto alguno por su pareja. En su educación no ha intervenido el respeto hacia los demás. O no se lo han inculcado o no lo ha interiorizado, asumido. En cualquier caso su “nivel de Evolución” lo sitúa en lo que llamamos nivel I, el inferior, el de las fieras que tiene sólo forma humana. Argumentarle es como argumentar a un animal salvaje. De humano sólo tiene la forma.
………. A pesar de su comportamiento incalificable, el maltratador necesita pensar bien de sí mismo. En el caso de que tenga prole, de que haya hijos en casa, es muy probable que entre sus hijos haya uno, hijo o hija, al que respeta y no maltrata, ni siquiera psicológicamente. Es su “ojito derecho”.
………. ¿Cómo se produce esa elección? Como siempre, es cuestión de “nivel de Evolución”. La convivencia continua permite la maltratador captar l que cada hijo encierra dentro. Y se da cuenta de que hay un hijo o hija que tiene un algo, una autonomía, una facilidad para la evasión, un estar por encima de la situación que él genera en la casa. Y eso le empuja a respetarle. Lo siente oscuramente superior a él. Y no lo toca, no lo maltrata, lo respeta.
………. Él dice que es por amor. Y siente que ama a ese vástago. Darse cuenta de que es capaz de sentir “amor” le reconforta, le sienta bien, le da confianza, lo eleva. Lo convierte en una persona normal, capaz de amar. Y ello será un motivo más, una barrera, que le hará respetar a una única persona en su universo, a su “ojito derecho”. Con ello él se convierte en una persona norma, incluso bondadosa.
………. Toda persona posesiva e intolerante, divide el universo en personas intocables y personas insoportables. En el primer grupo hay sólo muy pocas personas, a veces, incluso una, como es el caso de nuestro maltratador físico. Todas las personas que forman el segundo conjunto no tienen derechos. Todo lo que hagan está mal hecho.
………. Por eso son dignas de críticas constantes, porque nada lo hacen bien. Y se les puede, y se les debe, decir lo que son y lo que hacen mal. Y como son así, lo que ellas piensen de su padre o pareja no le importa nada a éste. Por eso les grita y ridiculiza a su pareja delante de los hijos siempre que se le ocurre algún motivo, por nimio que sea. Él lo agranda, no por un propósito premeditado, sino porque lo ve así, lo deforma mentalmente de manera inconsciente. Él cree que tiene razón cuando insulta y denigra a su pareja y a cualquiera de los para él seres despreciables. Es su forma de auparse él mismo, de engrandecerse.
………. PD: No piense el lector que me guía la rabia cuando describo al maltratador. No me guía la rabia, me guía la experiencia. He visitado casas ajenas con un maltratador en acción durante años. Yo mismo he sufrido durante años sus ataques. Por eso puedo describirlo bien.
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La mujer que es golpeada por su pareja debe saber que se le ofrecen al menos 3 salidas. Seguir sometida, hacer todo lo que le pida, soportar todo lo que el otro quiera hacerle a ella y a la prole, no enfrentarse nunca a él y en este camino es posible que cumpla 80 años de vida y sobreviva a su maltratador, que, por ser un individuo «de rompe y rasga», su organismo se deteriorará antes.
Como segunda opción, buscar al apoyo de su familia – de la que tal vez se distanció, pero debe decir por qué lo hizo – de las autoridades locales, de asociaciones llevadas por mujeres que le apoyen en los pasos que puede dar para salir de su situación. Y dar los pasos para romper un vínculo que nunca debió establecer.
Como tercera vía – y ésta es la que jamás debe tomar – puede confiar en sus propias fuerzas, prescindir de la ayuda de la familia, no acudir a las autoridades municipales, ni denunciar a su pareja, tampoco buscar apoyo en asociaciones de mujeres que han pasado por similares circunstancias y han dado con una manera de salir de ese suplicio. No acudir a nadie, rumiar en silencio su amargura, hasta que un día estalle, sea incapaz de soportar no una nueva humillación dirigida a ella, sino el ataque insoportable a uno de los hijos por parte del maltratador y enfrentarse él . En esas circunstancias, al primer enfrentamiento, al segundo o al tercero, es posible qu ese dé la situación fatal y acabe a manos de su maltratador.
Ya hemos leído que las estadísticas dicen que una gran parte de casos de asesinato entre parejas se dan con motivo de una discusión. La víctima puede pensar que si le lleva la contraria, se arriesga a recibir algún golpe, tal vez más fuerte que otras veces. Pero parte de un error, de suponer que el maltratador obedece a las reglas humanas, que tiene y va a tener un comportamiento humano, lógico, razonable, previsible para ella. Desgraciadamente, no es así.
Cuando un maltratador que ha llegado a golpear repetidamente y en diferentes ocasiones a su pareja, se enfrenta a una rebelión de ésta y a un intento de colocarse a su altura, elevando la voz tanto como la elevó él – para decirlo con palabras directas – enloquece. Siente que su mundo, el que tanto tiempo y tanto cuidado le ha costado crear y dar forma, se resquebraja, amenaza hundirse. Y si el mundo se hunde, ya nada importa, ni siquiera su propia vida.
Su vida es ese falso mundo que se ha creado en su imaginación, donde las cosas están ajustadas y funcionan. Ni se plantea, ni ve, ni se imagina la realidad que ha creado a su alrededor. Hasta esa discusión todo iba bien, según su criterio. Él no se ve responsable de nada, al contrario, es el fundador de una familia que marcha como toda familia, con sus discusiones de vez en cuando; pero eso es lo normal. También les pasa a otras parejas. Pero de pronto hay una rebelión en la granja. Su pareja se rebela, quiere romper la baraja, pretende imponer ella nuevas leyes. No puede consentirlo, todo debe volver a la situación previa a la discusión, Y ejercerá la fuerza que haga falta para conseguirlo. La que haga falta.
Y si su mundo se derrumba y su propia vida no importa, mucho menos la de su rebelde pareja. En esa situación de furia incontenida, cualquier acción puede suceder, cualquier circunstancia puede darle una idea descabellada. Y siempre hay armas en un hogar, en la cocina. Poco importa que la discusión sea en otra habitación. En dos pasos se puede plantar en la cocina y agarrar un cuchillo de suficientes dimensiones. Y con él perpetrar el crimen.
Digámoslo una vez más, las personas que de un modo u otro maltratan a su pareja no pertenecen a nuestra especie, son de la especie «predador», del género «bestia salvaje», con la que no valen argumentos, ni debate. Porque ver que alguien les rebate, los enfurece hasta límites insospechados, ni ellos mismos se dominan, ni pueden contener su rabia. Expresan su furor con todo el cuerpo, parecen volverse locos. Y si un tercero interviene y consigue apartarlo del escenario de la discusión, si pierde de vista a su antagonista, sólo con el paso del tiempo se podrá lograr que se calme y recupere el menos el aspecto de persona humana, por fuera y por dentro.
Si no interviene ese ángel de salvación, la calma sólo la logrará cuando haya hecho callar a la persona rebelde. Al precio que sea. Tratar con predadores es difícil si se hace de visita. Convivir con uno así es arriesgado en grado sumo. Sépase.
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