Por qué media Humanidad no quiere saber nada del problema

Por qué media Humanidad no quiere saber nada del problema

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             No pocos se extrañan de que más la mitad de la población crea en las versiones oficiales del problema mundial. Se disgustan de que sean tan poco inquisitivos, de que no busquen la verdad, teniendo como tienen acceso a la red con sus móviles. Porque los usan, a diario, incluso en cualquier momento del día, por corto que sea. ¿Por qué se la «refanfinfla», le da igual, un asunto que amenaza su existencia?

             Para otro asunto que no viene al caso, me ha tocado estudiar y comprender lo que allá llamo «idiosincrasia». En la acepción de «Comportamientos o formas de pensar y actuar que son características de una persona.» Es lo que dice Google buscando con la palabra «idiosincrasia». Según esa cosa, según la idiosincrasia, los seres humanos se dividen en «mentales» y «emocionales», o «sentimentales».             

             Ninguna de las dos características tiene la menor sombra peyorativa. La mayoría de los varones son «mentales» y la mayoría de las hembras son «emocionales». ¿De dónde viene esa diferenciación tan evidente? De nuestro pasado como seres vivos. Supongamos, para sea discretos, que somos seres humanos desde hace medio millón de años. O sea 500.000 años. Y que surge una generación nueva en el planeta cada 30 años. Esa es la situación actual.

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Por qué media Humanidad no quiere saber nada del problema
Linea de fusileros, medialuna, revellín y Ciudadela de Pamplona.

             Si se quiere ver con más detalle la zona:

https://www.sofiaoriginals.com/pamplona-en-1920-la-ciudadela-la-taconera-y-la-rochapea/

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             Comprobación: Recuerde el lector el año que nació su hijo mediano. Ni el mayor, ni el más pequeño, el del centro. Y recuerde el año en que nació su padre. Y si puede saber, el año en que nació su abuelo, hágalo. Reste ahora esas cifras de dos en dos, consecutivas. Y verá que la media de la distancia inter-generacional es 30 años. 

             Suponer que en el pasado lejano era igual va en contra de nuestra tesis. Porque muy antiguamente era menor: Se vivía menos, y se procreaba antes. Luego el intervalo entre generaciones era menor. Había más generaciones en un siglo. Pero olvidemos eso y supongamos que siempre ha sido 30 años ese período entre dos generaciones consecutivas.

             Traduzcamos los años en que hemos poblado el planeta en vidas consecutivas. Medio millón de años dividido entre 30 años da 16.666 generaciones consecutivas de humanos sobre la Tierra. De ese medio millón de años, la inmensa mayoría hubo separación de tareas. Al varón le correspondía salir a cazar el alimento para la tribu o clan.

             Sólo hace unos 7.000 años entró el ser humano en el Neolítico. Cuando se cambió la caza por la agricultura. Y el varón dejó de salir a cazar. Dice Google, buscando con «Neolítico»: «El Neolítico es el último de los períodos. Se le dice período neolítico a la Edad de Piedra. ​Este período comenzó entre el 6.000 a.C y el 4.000 a.C., según las diferentes culturas que lo alcanzaron, y se extendió hasta el 3.000 a. C». Tomemos el tiempo medio, 5.000 años antes del cambio de era. Luego llevamos 7.000 años sin tener que salir los varones a cazar el alimento de toda la tribu. Lo cultivamos cerca de casa.

             Tener que depender de los varones para poder subsistir – y no morirse de hambre – puede ser la base del «machismo» que ha caracterizado a nuestras civilizaciones. Porque esa dependencia era universal, en todo el planeta. Por eso se ha implantado el «machismo» avasallador en todo el planeta.

             Considerado con nuestra mentalidad moderna, el «machismo» es injusto, indebido, algo a extirpar. Pero con las mentalidades de hace más de 250 años, ni se cuestionaba su existencia. Porque era lo universalmente aceptado entre los que tenían la supremacía, los machos. la rebelión femenina empezó así. «Su principal referente fue Olympe de Gouges (Montauban, Francia, 7 de Mayo de 1.748-París, 3 de Noviembre de 1.793), pseudónimo de Marie Gouze.» Su biografía puede dar una idea de cómo eran las cosas antes y durante le Revolución Frnacesa, que la guillotinó.

             Volvamos a nuestro tema. Los 7.000 años en que el hombre ya no caza, suponen 233 generaciones consecutivas. El medio millón de años en que lo hizo suponían 16.666 generaciones de hombres cazadores. Es decir, 71 veces más. ¿Qué diferencia de tareas tenían hombres y mujeres en todo ese tiempo?

             Los hombres debían defender el poblado en caso de ataque de vecinos poco amistosos. Y cazar cuando no se quedaban en el poblado para defenderlo, en caso de ataque ajeno. Como confirmación, recordemos que en la Grecia antigua, sólo salían a la guerra la mitad de los hombres. La otra mitad quedaba en la polis (ciudad) para defenderla y asegurar la supervivencia de la ciudad, en caso de derrota y muerte total de la hueste guerrera. Cosa que a veces ocurría.

             Tanto guerrear, como defender la propia ciudad o como cazar implicaba matar. Animales, o bien hombres. Y había que ser fuerte, diestro y previsor para evitar ser muerto por el enemigo. Que siempre lo había. De forma que el hombre se educaba para la guerra, para matar y evitar ser muerto.

             La mujer quedaba en el hogar, cueva, aldea o ciudad. Para cuidar de la prole, relacionarse con las demás mujeres y las labores del hogar: Tejer, fabricar ropa, fabricar cerámica, mantener el fuego y cultivar la pequeña huerta doméstica. Y otras tareas que el hombre no hacía. Nada que ver, por tanto, con las tareas del hombre.

             De forma que el hombre está bien preparado, por educación ancestral, para enfrentarse a peligros. La mujer, nulamente. Nunca lo ha hecho. Esa labor guerrera quedaba asignada con exclusividad a los hombres.

             No podemos extrañarnos de que esa educación diferenciada, reiterada, mantenida podría decirse que desde siempre, haya dado origen a dos seres completamente diferentes con respecto a un tema, la guerra, el peligro, la acción a tomar ante una amenaza vital.

             He planteado el problema en toda su crudeza a personas emocionales, tanto hombres como mujeres. Y, sin excepción, la reacción de las personas emocionales es del tipo: “No quiero saber nada de eso, me hace sentirme mal.” O bien: “¿Para qué voy a  meterme en ese tema, si no puedo hacer nada para evitarlo?” Sin excepción rehúyen enterarse, participar, saber. Les duele el corazón, no hecho para driblar con peligros de supervivencia.

             Diría que no podemos pedirles lo que no están entrenados para dar, lo que no pueden dar. Por tanto, el objetivo de los miembros de la Resistencia debiera ser implicar tan sólo al 50% de la población. Cuando eso se logre, pasar a la acción que sea, poniéndose de acuerdo en el Plan de Restitución completo. Restitución de la Normalidad de siempre.

             No hagamos como en Sri Lanka, que echaron a los dos principales genocidas, pero se dividieron sobre el futuro antes de destituir a los demás. Y la división de la Resistencia anula la Resistencia. Y vuelven a mandar los de siempre. Para ruina del pueblo.

             PD: Podría objetarse que se han pinchado más del 50 % de la población. Luego se han dejado convencer un porcentaje nada despreciable de mentales … Y diremos que el hecho de ser mental y ser varón no significa llevar la voz cantante en la casa … . 1.148

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