Tercer comentario y Conclusiones
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Parte final del artículo base.Comentario tercero y Conclusiones.
Siguiendo con las últimas estipulaciones indicadas en el artículo base. “No habrá dinero en efectivo, ni monedas en manos de quienes no pertenecen a la Élite. Todas las transacciones se realizarán mediante una tarjeta de débito.”
Evidentemente, esto se refiere incluso al período intermedio, cuando se pretende implantar. Con la población actual, de más de 7.000 millones de personas. Da a entender que las monedas actuales podrían seguir siendo empleadas por la Élite. Las tarjetas de débito para la plebe. La Élite podría seguir usando el dinero actual.
La disciplina sigue siendo una preocupación permanente de los Promotores del Plan: “A toda persona que de cualquier forma infrinja las Normas y Reglamentos del Comité de los 300 se le suspenderá el uso de su tarjeta por tiempos variables.”
Y como consecuencia de ello, “No podrán obtener servicios de ningún tipo.” Eso quiere decir que tendrá que recurrir a la familia para subsistir durante el tiempo del castigo.
Lo que será posible sólo mientras permanezca la generación que actualmente vive y tiene familia conocida. Más adelante se aboliría la familia, si los niños son criados y educados por el Estado. Y el individuo sancionado tendría menos posibilidades de supervivencia.
Hay una indicación que delata algo sorprendente: “Los intentos de comerciar con monedas «antiguas… se considerarán un delito capital, sujeto a la pena de muerte.” Parece apoyar el hecho de que tales monedas seguirán teniendo valor, ya que se podría comerciar con ellas. Y eso les desagrada mucho. Sería que la plebe se metiera en asuntos que sólo competen a la Élite. Y ello merece la pena de muerte.
La frase siguiente insiste en qué no estará permitido usar. Y merece toda nuestra atención: “Todas esas monedas deberán ser entregadas en un plazo determinado, junto con las armas de fuego, los rifles, los explosivos y los automóviles.” Es decir, que, en un futuro, nadie podrá tener un automóvil propio. Ni un arma de fuego.
Ya se están dando pasos en ese sentido, con las “ciudades de cuarto de hora”. Que, de implantarse – cosa que no sucederá – supone disminuir drásticamente el uso del automóvil.
Les conviene que la gente se enfrente unos con otros. Los problemas entre ellos les distraerán de la situación en la que vivan. “Se magnificarán y exacerbarán las diferencias étnicas y religiosas. Se alentará y fomentará el conflicto violento como medio de «resolver» sus diferencias.” Más claro, agua.
Y para terminar, “Los jóvenes de ambos sexos recibirán capacitación para trabajar como guardias de prisión para el sistema de campos de trabajo.” Es decir, que habrá “campos de trabajo”, donde se ubicarán los trabajadores tal vez de menor categoría. Por ejemplo, los trabajadores del campo. O los menos cualificados de entre los “técnicos”.
Los más cualificados podrían vivir en la inmensa cantidad de viviendas que ya están construidas. Pero, claro, no hará falta en absoluto construir más viviendas. De forma que sólo sería necesaria una incipiente Industria del Acero y del Cemento. Sólo para las nuevas construcciones de la Élite.
Y con esto se termina la información que podemos obtener del artículo referido.
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Conclusiones. Comentario tercero y Conclusiones.
Son tan tremendas que el Lector debe haberlas extraído por su cuenta. Podríamos dudar de la fiabilidad del artículo, si no viéramos que ese camino es el que se está recorriendo desde hace lustros. Con especial concreción en los cuatro últimos años. Ya que en Diciembre de 2.019 empezaban a surgir las primeras noticias sobre algo contagioso en Wuhan.
Pero bastante años antes ya hubo ramalazos de información, a la que no se prestó apenas atención. Vivíamos todavía en “la ciudad alegre y confiada”. Prueba de ello es el propio libro, editado en 1.993. Pero se parecía demasiado a “Un Mundo feliz” de Huxley, o a «1.984», de George Orwell. No podía ser verdad. Era ciencia-ficción.
Cuando ahora, rebuscando en la bibliografía asequible, uno se da cuenta de que en el Club de Roma – de donde surgió la idea de una Europa Unida – ya dominaba el criterio malthusiano de la disminución forzada de la población.
Lo que se hizo fue unificar todas las naciones europeas en un solo Centro de toma de decisiones. Y así, controlando ese Centro, Bruselas, se tenía en un puño a toda Europa. Como así es hoy.
Y la idea, como siempre, iba a ser ingeniosa y bondadosa: Para que no hubiera más guerras iniciadas en Europa y que la sacudieran. Y todo el mundo aceptó esa magnífica iniciativa. Como con las vacunas “eficaces y seguras” la única solución.
Con lo visto queda claro que el objetivo de los Genocidas es la eliminación de alrededor del 90% de la Humanidad. Esto suena imposible, como así es. Pero un indicio que revela el actual enunciado aporta un nuevo dato interesante: Comparando los 1.000 millones que se postulan ahora como cifra «conveniente», con los 500 millones de las Piedras de Georgia – de 1.980, luego de sólo hace 43 años – se ve que los planes se retocan.
Porque en el primer esbozo no se tenía en cuenta de qué comería la Élite. Y hacían falta 500 millones más, para que en China y Japón se cultivasen los campos y se apuntalara la tecnología más avanzada necesaria.
Se ve también que los autores del Plan – y quienes lo favorecen y apoyan con sus actos – puede decirse que no son seres humanos. Serán bípedos, tendrán nuestra forma exterior, hablarán nuestro idioma, pero internamente son peores que animales. Son alimañas.
Y lo que es evidente es que no se les puede confiar decisión alguna sobre la comunidad, sobre los bienes y las personas. Dejar que esa jauría dirija las naciones es el peor escenario que la Humanidad puede aceptar.
Por eso se vuelve indispensable para la propia supervivencia de la Humanidad, terminar con esta situación penosa, lamentable, horrorosa. Reflexionar sobre cómo ha sido posible caer en este caos, en este absurdo. Hay una palabra que define esto: Abominación
Y definir qué medidas habrá que establecer para que semejante fallo no pueda ocurrir jamás a ninguna generación posterior. Y eso es responsabilidad de los que hoy vivimos.
Pero con estas buenas intenciones no basta, evidentemente. Hay que concretar más. Y tal vez el primer paso sería definir cuál es la continuación de la situación actual. Es decir, indicar con claridad la salida, el cierre, de esta penosa época de culminación de la mala dirección que ha tomado la Humanidad. Ese será el tema del artículo próximo. Que, por plantear un tema amplio y enmarañado, requerira más de una acometida, probablemente.
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