Otro que se cura en salud
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Con mi agradecimiento y admiración a Alicia Florrick @aflorrick77
Editorial
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Esto es hilarante, apoteósico, descomunal. Ni su padre quiere incorporarse a la «Banda de Genocidas» con unos pocos meses ya de vida libre. Está tan claro para todos los cómplices de asesinato en serie y para sus contertulios que el barco genocida tiene un boquete en la línea de flotación y que sólo va a durar unos cuantos Telediarios, que no quiere embarcarse en él «ni Rita la pollera», que se decía en mis tiempos mozos.
Bien, amigo lector, por fin asoma la realidad de la vida. Finalmente, las cosas empiezan a llamarse por su nombre, aun sin citar nombre alguno. Por fin atisbamos un poco de realidad en un mundo que parecía dominado por la insensatez, la locura, la mentira y la farándula. Como si no fueran a tener que dar cuenta de nada de lo que hicieran «per secula seculorum«. Como si tuvieran barra libre, licencia para matar, al estilo del 007. Pues no. Y están acongojados. Todos, sin excepción. No saben cómo saltar del barco antes de que se hunda y se ahoguen entre rejas. Y de embarcarse ahora … ¡amos, anda!
Si hemos visto un mundo absurdo, ridículo, deformante, de locos, vamos a ver a partir de poco derrumbarse ese montaje y a sus protagonistas sufrir el castigo al que se han hecho acreedores de manera insistente y desaforada. «El último que ríe es el que mejor ríe«.
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Otro que se cura en salud