Epicteto

y Epicteto

Epicteto

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……….   Epicteto fue esclavo del Secretario de Nerón, Epafrodito. Cuando Nerón lo destituyó, le dio la libertad a su esclavo y se convirtió en liberto. Por si acaso, Epicteto se exiló a Nicópolis. Y allí enseñó con su peculiar estilo.

        La Naturaleza entre los griegos era la Esencia, el Fondo. Porque es nuestra naturaleza.

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        * La Plenitud trae consigo la Felicidad, el no estar sometido al mal y la realización plena y cuando se avanza en cualquiera de ellas, se avanza en todas. Por tanto siempre que la Plenitud de uno guía, el progreso es inminente.

 

        *¿Qué dónde está tu quehacer? 

        En desear y evitar, en que aspires y te alejes,

        en meditar y actuar siendo impecable,

        en proponerte y hacer sin engañarte.

        Los primeros pasos son los primeros pasos y los más necesarios.

 

        * Lo que me importa es lo que buscas,

        cómo reflexionas y cómo actúas,

        cómo deseas y cómo evitas,

        qué te propones,

        qué prefieres y qué haces,

        si de acuerdo con la Naturaleza o en desacuerdo.

 

        * Así que ¿cómo progresar?

        Cuando uno de nosotros, desprendido de las cosas exteriores,

        dirige la atención a su yo más profundo

        y lo cultiva y lo ejercita,

        de modo que sea perfectamente acorde con la Naturaleza

        y es entregado, elevado, ligero como el viento, seguro y respetuoso.

        Comprende entonces que el que desea o rechaza las cosas ajenas no puede ser fiel ni elevado,

        sino que es obligado que se derrumbe y se transforme,

        volviéndose como los que están con él.

 

        Y además cuando puesto en pie muy de mañana

        observa y guarda estas cosas,

        siguiéndolas constantemente, pase lo que pase.

        Ése es el que realmente progresa

        y al que no en vano se le ha dado a conocer todo esto.

 

Capítulo 1. Sobre lo propio y lo no propio.

 

           Entre las demás capacidades ninguna hallareis que se contemple a sí misma ni tampoco que se dé por buena o se rechace como indigna. La Gramática, ¿hasta dónde tiene la inspección? Hasta discernir de los signos escritos. ¿Y la Música? Hasta discernir de la melodía. ¿Y algunas de ellas se inspeccionan a sí mismas? De ninguna manera. Si cuando uno escribe al camarada hay necesidad de estas palabras, la Gramática lo dirá. ¿Hay que escribir al camarada o no hay que escribirle? La Gramática no lo dirá. Y sobre las melodías, la Música igual. Ahora bien, si en breve cantos y citarista o si ni canto ni citarista, la Música no lo dirá. ¿Quién entonces lo dirá? La que se contempla a sí misma y a todas las otras. ¿Y cuál es ésta? La esencia (o la fuerza, el poder, la capacidad, el ser), el logos.

           Realmente la única que ella misma y por sí misma (también, por esencia) comprenderá lo que hemos recibido (o lo que hemos heredado), lo que uno es, lo que uno tiene (o la capacidad que uno tiene, la facultad, el poder, el valor que uno tiene) y cuán grande y estimable (o precioso, digno, de gran valor) ser ( o ente) hemos nacido (o llegado a ser, venido a ser o nos hemos vuelto) y a todas las demás..

           ¿Qué otra cosa es sino la que nos dice qué bienes son realmente convenientes? Realmente ella misma no lo dice. Pero es la que nos proporciona el poder sobre los pensamientos. ¿Qué otra decide sobre la Música, la Gramática y las otras capacidades, eligiendo cuándo usaremos de las mismas y atribuyéndoles los momentos oportunos? Ninguna otra.

           Como realmente convenía, los dioses sólo pudieron hacer nuestro lo más poderoso, lo que domina, el uso correcto de los pensamientos. Todo lo demás no es nuestro. ¿Acaso fue que no quisieron? Yo realmente pienso que si hubiera sido posible, en tal caso también eso nos hubiesen ofrecido. Pero en modo alguno era posible (o podían). Hallándonos realmente sobre la tierra, habiéndonos unido a un cuerpo de esta clase, asociados a tales cosas, ¿cómo iba a ser posible que con relación a todo aquello no nos estorbara lo de fuera?

           Pero, ¿qué dice la Divinidad?

           – «Epicteto, si hubiera sido posible también tu cuerpecillo y las posesioncillas hubiéramos hecho libres y autónomos. Ahora bien, que no te pase inadvertido, eso no es tuyo, sino arcilla muy bien amasada. Pero ya que todo eso no era posible, te concedimos una porción de algo nuestro, esa capacidad tanto de adherirte como de apartarte, de evitar o de desear, en una palabra, la capacidad de ordenar tus pensamientos. Aplícate a ella y deposita en ella todo lo tuyo: Nunca tendrás obstáculos, jamás tropezarás, no sufrirás ni harás reproches, a nadie halagarás … ¿Qué, pues? ¿Te parecen poco estas cosas?»

           – «De ninguna manera.»

           – «Entonces, ¿es suficiente con esto?»

           – «Eso pido a los dioses.»


 

 

2 comentarios en «Epicteto»

    1. Epicteto me pareció el más moderno de los Maestros cuando lo encontré. Por eso traduje un libro suyo, que espero editar algún día. Da gusto leerle.

      Es forma de traducir es porque el antiguo lector entendia todas esas acepciones al mismo tiempo, cuando leía la obra de Epicteto, por la simplificación del idioma antiguo.

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