Un parón inexplicable
.
.
.
Vamos a procurar ampliar y complementar el tema que empezamos ayer sobre lo sucedido en Valencia. Y decimos complementar, porque lo sucedido es de tal envergadura, grevedad y complejidad – a la hora de establcer las causas – que va a ser difícil completar el diagnóstico de las diferentes causas que originaron la tragedia.
Seguimos fijándonos en la opinión de un entendido. De alguien con experiencia en el campo de la Meteorología. No en vano trabajó cuatro años al frente de la Oficina de Meteorología del Aeropuerto de Noain (Navarra). Seguimos centrándonos en los datos aportados en el artículo anterior. Hoy intentamos distinguir entre dos conceptos que aprendimos de la mano de un Doctor en Medicina hace unos cuantos años. Era Jefe de Servicio en un Hospital importante.
Y me ilustró sobre lo que interviene en la génesis de un golpe fuerte a la salud. Un golpe que origine la muerte del paciente, como puede ser un ataque al corazón. Un familiar cercano había sufrido un ataque cardíaco y me interesé en saber qué causa realmente un trauma de ese tipo. Mi familiar había fallecido a consecuencia del infarto. ¿Qué hechos debían darse para que se produzca un ataque así? Y en aquella charla aprendí a diferenciar entre «factores coadyuvantes» y «causa desencadenante».
Espero explicarlo correctamnte, a pesar del tiempo transcurrido. Son «factores coadyuvantes» diversas circunstancias que, cada una y por sí sola, son incapaces de provocar el fatal ataque. Pero cada una aumenta la probabilidad de que al sujeto le pueda dar un ataque. ¿Cuándo? Cuando aparezca la «causa desencadenante».
No le pasará nada por efecto de los «factores desencadenantes» si sólo actúan éstos. Tampoco se daría el faltal desenlace, si el sujeto no hubiera debilitado su organismo a causa de haber soportado esos «factores coadyuvantes» en esa magnitud. Es cuando se juntan las dos circunstancias cuando se produce el colapso. Colapso de un organismo que no puede soportar el golpe final, debilitado como está por los pequeños, pero muy repetidos, golpes previos.
Y la pregunta de qué «factores coadyuvantes» podían haberse dado en el caso de mi familiar, me citó el ser aficionado a la bebida, el ser fumador del orden de un paquete al día, o más. La edad era otro factor a tener en cuenta, pues el organismo se debilita con los años. Me debió citar más factores, pero sólo recuerdo estos tres. Porque mi familiar los cumplía. En cuanto los nombró, lo supe.
Volviendo al caso que nos ocupa, sobre la desgracia sucedida en Valencia, tenemos aquí la sensación de que todo el mundo habla de diversos «factores coadyuvantes». En este caso, serían «factores coadyuvantes» la evaporación intensa, debida a la excesiva temperatura del agua del Mediterráneo. Consecuenciia del «cambio climático» omnipresente.
Otro factor coadyuvante, a juicio del Doctor en Ciencias, serían vientos que se levantaron. Dice textualmente: «vientos locales que han contribuido a que la masa de agua se quede más estancada en el interior de Valencia«. Y aquí nos entra la sorpresa. ¿Qué vientos hacen que nubes cargadas de lluvia se queden 15-20 horas estancadas encima de una región? ¿Los vientos no se las llevarían lejos, a inundar otras zonas?
Pero hay un detalle que puede arrojar luz sobre esta situación. Analizando las declaracienos del experto en Climatología, se observa una afirmación rotunda sobre la «gota fría», o DANA. «El día 29, su núcleo se quedó bloqueado durante muchas horas, entre 15-20 horas. Eso no es habitual. Una DANA se suele desplazar.»
Vamos a dejar aquí la aportación de «factores coadyuvantes». No queremos cansar al lector. Pero le animamos a que nos resuelva una duda, contando con un mapa del Levante español. El Mediterráneo está al Este de la península ibérica. El agua evaporada se genera al Este, en el Mediterráneo. Para que esa masa de agua de lluvia se desplace a la «zona cero» – que así se la llama – deben soplar un viento del Este. Que empuje las masas de nubes hacia el Oeste, tierra adentro. Hacia la parte Sur de la provincia de Valencia. Y cuando las nubes están en la posición correcta, dejar de soplar durante 15 ó 20 horas. Para que las nubes descarguen toda su carga, lluviosa y mortal, sobre la «zona cero».
Sugeriremos al lector que piense cómo unos vientos pueden llevar la carga evaporada en el mar hasta tierra. Y, una vez el núcleo de la «gota fría», o DANA, ha alcanzado la «zona cero», dejar de soplar. Para que pasen horas y horas – entre 15 y 20, según expone el Doctor en Ciencias – lloviendo sobre la misma zona. Porque añade: «Eso no es habitual. Una DANA se suele desplazar.»
Un parón inexplicable Un parón inexplicable Un parón inexplicable