Jugada maestra de los Países en Desarrollo

Jugada maestra de los Países en Desarrollo

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Jugada maestra de los Países en Desarrollo
 Editorial, 12-6-24 Jugada maestra de los Países en Desarrollo

            Anoche, a las 12 y 20 de la noche, me llegó una noticia infausta, adversa. En un primer momento me dejó patidifuso. ¿Cómo podía ser? Parecía algo imposible. Todos asabemos que el «Tratado de Pandemias» ha fracasado en su intento de parto. Un porcentaje elevado de naciones expresó su rechazo a los términos de dicho Tratado. Y el «Tratado de Pandemias» fue devuelto a sus Promotores. Todos nos alegramos de ello. 

            Pero junto con el tal Tratado había unas oscuras e indefinidas «Normas complementarias», de las que casi ni nos acordamos el nombre. Pues bien, anoche recibimos la mala noticia de que el «Tratado de Pandemias» había sido rechazado. Pero la Modificación del otro Acuerdo Internacional había sido aprobado. La sorpresa fue mayúscula. ¿Cómo el mismo Cuerpo Legislativo podía haber rechazado el «Tratado de Pandemias» y aprobado algo que daba casi los mismos poderes a esa Organziacion corrupta, malvada, genocida y asesina, que es la OMS?

            En el vídeo se veía al infausto Tedros – todo sonriente y hablando muy despacio, como si quisiera prolongar su momento de triunfo – felicitando a los que habían aprobado las modificaciones al casi desconocido «Reglamento Sanitario Internacional«. Que también da a la OMS la autoridad para decidir qué había que hacer en caso de Pandemia. La diferencia era que este Tratado, o como se llame, debía ser aprobado por el Congreso de cada nación firmante.

            Pequeña diferencia, dado el carácter servil, corrupto y vendido de nuestro Congreso. Formado por «monaguillos», o cómplices, del Partido en el Gobierno. Gobierno lacayo y obediente a todo lo que venga de Bruselas. Y en último término de la ONU, de su Agenda, del Foro Económico Mundial y de la OMS, todos cortados por el mismo insano y criminal patrón.

            Casi sin proponérnoslo, además de dormir y descansar, esta noche nuestro subconsciente ha estado dándole vuelta al asunto. Y esta mañana hemos amanecido con una disyuntiva en el cerebro. Los hechos recién conocidos sólo podían tener dos explicaciones posibles. Pudiera ser que la totalidad de los que había rechazado al «Tratado de Pandemias» hubieran sufrido un cambio radical y vieran, en cambio, positivo para la Humanidad modificar el anterior «Reglamento Sanitario Internacional». El anterior, y hoy vigente, provenía de 1.951. 

            O bien, otra posibilidad podría ser que, ya que la mayoría no queria confiar en la OMS la Salud de sus ciudadanos, hubieran planteado una jugada maestra: Aprobar que el Acuerdo de Pandemias se retirara. Pero vieran, en cambio, positivo para la Humanidad modificar el anterior «Reglamento Sanitario Internacional», que había nacido en 1.951. Pero incluyeron una modificación substancial: Cada país votará si ese Nuevo Reglamento estará vigente en su nación o no.

            Con ello votaban a favor de su gente, porque sus Congresistas ya se encargarían de votar negativamente el nuevo Reglamento en su propio Congreso. Pero ¿y las Naciones que orbitan en torno al Bloque Occidental? Habían decidido: «Esos que se saquen las castañas del fuego por sí mismos, ellos solitos. No vamos los Países en Desarrollo, que hemos sufrido ancestralmente los abusos y desmanes de Occidente, a «darles sopitas» a nuestros verdugos de siempre. Son ya mayorcitos para hacer lo que hemos hecho nosotros, los pobres y desgraciados del mundo: Tener lo que hay que tener y sacarse de encima a estos monstruos asesinos, que son los Promotoores de este caos universal. Que  espabilen y sean adultos. O que los machaquen por cobardes e inútiles.»

            Y así estamos, Lector amigo. Sin tener lo que hay que tener. Y, por ello, en manos de un puñado de asesinos psicópatas. Que dependen de nosotros para cometer sus crímenes. De nuestra apatía, imbecilidad, cobardía y falta de hombría para oponernos a sus crímenes. De forma que hasta los países que hemos llamado «tercermundistas» nos miran con desprecio y se sienten mejores y más libres que nosotros, pobres castrados.

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