La Teoría militar clasifica a la Guerra moderna en etapas. Muy sintéticamente, se pueden explicar así.

             1° Generación: Uso de armas de fuego y ejércitos profesionales. El ejemplo son las Guerras Napoleónicas.

             2° Generación: Formación de grandes ejércitos mecanizados. Trincheras. Ejemplo: Primera Guerra Mundial.

             3° Generación: Guerra relámpago (Blitzkrieg). Movilización veloz de las tropas para evitar el estancamiento en trincheras. Uso de tanques, aviones, portaviones, etc.

             4° Generación: Guerra contrainsurgente, Terrorismo de Estado. Ejemplo: Guerra de Vietnam.

             A partir de la derrota en Vietnam y la conmoción interna que provocó en Estados Unidos el regreso de los cadáveres de los soldados caídos, se comenzó a plantear una estrategia de dominación diferente, que provocara menos bajas en la propia tropa.

             En 1.970, Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional durante la Presidencia de Carter, proponía en su libro “La Guerra Tecnotrónica” el control de la población mediante la manipulación cibernética. Afirmaba que la clave estaba en el ataque al recurso emocional de un país por medio de la revolución tecnológica. La idea era manipular la conciencia de la población para evitar que los proyectos colectivos se consolidasen en su identidad y que los pueblos tuvieran como modelo a los países occidentales desarrollados. Se trataba de lograr el sometimiento colonial de una nueva manera.

             Es en ese marco que se desarrollaron, como una de las primeras herramientas, los oligopolios mediáticos, en manos de las oligarquías locales en alianza con capitales estadounidenses.

             Esta operación permite el direccionamiento de la opinión pública no sólo por el dominio de los principales medios, sino también por la violación de las reglas básicas del Periodismo. Se entremezcla la información falsa con noticias verdaderas para dar un marco de verosimilitud. Cambia el contrato tácito entre el medio y el lector/oyente/espectador. Supuestamente, en el pasado, el Periodismo partía de hechos reales, verificados a través de varias fuentes, para ofrecer distintas interpretaciones de acuerdo a la óptica de cada medio. En esta nueva realidad la función de los medios es producir la satisfacción de quienes lo consumen a través de la consolidación de sus prejuicios: “El diario dice que las cosas son como yo pensaba”.

          La doctrina militar de los Estados Unidos fue adaptándose al correr de los tiempos de acuerdo a su política exterior. A partir de mediados de los 70, a la Doctrina de la Seguridad Nacional se le sumó la Guerra contra las Drogas, que otorgó el marco para las acciones en Panamá, Colombia, México y Bolivia, entre otros países. Luego vino la Guerra contra el Terrorismo que sirvió de paraguas para intervenir en el mundo islámico. Ante el surgimiento de los Gobiernos populares en América Latina en la primera década del siglo XXI sacaron de la galera una nueva estrategia: La Guerra contra la Corrupción, basada en la Foreign Corrupt Practices Act (Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero) que hace posible investigar no sólo las prácticas corruptas de Empresas norteamericanas en otros países, sino que desarrolla principios de extraterritorialidad para aplicarse a funcionarios o individuos de otras naciones, tengan o no conexión con la actividad de las Empresas norteamericanas. Por supuesto que esta búsqueda de la transparencia no incluye a las guaridas fiscales, como Delaware, en su propio territorio, ni a las que se encuentran en otros países como Suiza, Panamá y, sobre todo, las que están bajo jurisdicción británica.

             A partir de la Guerra contra la Corrupción se implementan las operaciones de domesticación de los Poderes Judiciales. Numerosas ONG’s financiadas por los Estados Unidos y países europeos desarrollan Seminarios de Formación para Jueces y Fiscales. La idea es formatearlos, para que sean funcionales a sus intereses. Miami, hoteles de lujo, playas paradísíacas, vinculación con sectores del poder norteamericano, son parte de los atractivos de estos Cursos. Por supuesto que los Magistrados y Funcionarios no tienen que poner dinero. Todos los gastos corren a cargo de la ONG anfitriona.

             Mientras tanto, los Servicios de Inteligencia locales, que desde hace décadas están en coordinación con sus pares norteamericanos, se ocupan de falsificar pruebas y de realizar acciones de espionaje ilegal, manipulando la información obtenida para darle sustento a las Operaciones.

             Tenemos ahora una parte del mecanismo: Los Servicios de Inteligencia producen pruebas falsas, las ONG´s las respaldan, los Medios se ocupan de la difusión de los supuestos actos de corrupción y difaman a los líderes populares, los políticos de la oligarquía se encargan de las denuncias, los Jueces y Fiscales completan el disciplinamiento, hostigando a los denunciados, sometíéndolos a Procesos Judiciales, encarcelándolos y, eventualmente, sirviendo de sustento a los llamados golpes blandos.

             Pero esto no es todo, el auge de las Redes Sociales permite amplificar el alcance de estas operaciones. Por una parte, la Minería de Datos y la Inteligencia Artificial, hacen posible que la manipulación ya no se direccione hacia el conjunto de la opinión pública, sino que tenga un carácter personalizado de acuerdo a las informaciones que obtienen de  cada uno de los Usuarios de esas Redes. Así se diseñan operaciones a medida que permiten su captación.

             Por otra parte, las mismas redes hacen posible otra forma de intervención de los EEUU en otros países. A partir de demandas sociales, muchas veces justas, – lo que yo llamo “operación buenas almas” – se convoca a la movilización de la población para desestabilizar a Gobiernos que no son sumisos a los intereses yankis. De esta manera surgieron las llamadas Revoluciones de los Colores, que facilitaron la dominación por parte de la OTAN de los países del norte de África y Medio Oriente. En caso de no lograr el sometimiento, implementan la disolución del Aparato Estatal, como en el caso de Libia y la expansión del Estado Islámico (ISIS) para destruir a Siria, valiéndose de lo que se llama «ejércitos difusos», que combinan la utilización de terroristas y tropas mercenarias. Varios de los manuales utilizados en estas operaciones, coordinadas desde la CIA, tienen estado público.

             Hay otro elemento que también se suma a esta estrategia, que es previo a la Guerra de Quinta Generación: El sometimiento económico. En particular a partir de la imposición de deudas externas impagables.

             En el “Concepto Operativo Integrado 2.025” de Reino Unido, donde se enuncian los nuevos enemigos principales de Gran Bretaña, que son China y Rusia, define la llamada «guerra política»: «La estrategia de «guerra política» está diseñada para socavar la cohesión, debilitar la capacidad de recuperación económica, política y social, y competir por una ventaja estratégica en regiones clave del mundo».

             Una de las herramientas a utilizar es la llamada «Guerra Cognitiva«. La propaganda bélica y la guerra psicológica son parte de las estrategias desde hace mucho tiempo. Pero ahora, se pasa a otro nivel. Ya no se trata de dirigir lo que los ciudadanos deben pensar, sino de implantar los mecanismos del pensamiento, la construcción de ideas.

             En una nota del Portal de Alejandro Kirk, enviado al Donbass de Telesur TV, encontré una definición muy clara: “La «guerra cognitiva» consiste en desarticular el raciocinio cartesiano y reemplazarlo por uno que «parece» lógico, pero en realidad es una representación manipulada de la realidad. Se planta una idea matriz en el colectivo, asimilada en cada persona, que pasa a ser la premisa desde donde se juzga todo lo que ocurre. Esto hace que personas con educación formal y un elevado nivel intelectual comiencen a aceptar incondicionalmente información dirigida y arbitraria de múltiples fuentes – formales e informales -, para elaborar conclusiones, que en su mente aparecen como reflexión propia.”

             Algunos teóricos consideran que la “guerra cognitiva” y las operaciones de disolución de los Estados-Nación corresponden a lo que se llama Guerra de Sexta Generación, que incluye la destrucción del Orden Jurídico Internacional.

             Las operaciones de guerra no convencional dirigidas desde los Estados Unidos son una realidad que debemos afrontar los movimientos nacional-populares de América Latina y específicamente en nuestro país. Son notorias las declaraciones recientes de Funcionarios norteamericanos que señalan que las relaciones de nuestros países con otras naciones, por ejemplo con China, son consideradas por los EEUU como cuestiones que afectan a su propia seguridad nacional.

             Comprender esta realidad es el primer paso para comenzar a construir en conjunto una estrategia para afrontarla.

             *El autor es Periodista, Productor y conductor del programa “Hilando Fino”, en Mestiza, la Radio de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

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Comentario de esta Casa.  Guerras de Cuarta Quinta y Sexta Generación

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             Aun no siendo de nuestras Fuentes habituales, la claridad con la que explica el Autor las diferentes etapas por las que han pasado las guerras, nos hacen fijarnos en él. Se comprende que el que interviene sin tener necesidad absoluta de hacerlo, como invadiendo o mandando su ejército a países lejanos, que difícilmente le van a hacer ningún daño, tenga necesidad de minimizar bajas. Podría pensar en dejar de meter las narices donde no le llaman. Pero su instinto posesivo, su afán de hacerse con los medios productivos de países lejanos, su connivencia con Sectores insaciables le impiden parar.

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             Sus esbirros – porque en este nivel de «antropofagia» no cabe hablar simplemente de subordinados – idean las peores maneras de dominar a otra nación. Y los de arriba las aplican. Así nos vemos inmersos hoy en una Guerra ya de Sexta Generación, por cuanto que es mundial, planetaria. Conviene saber exactamente qué tenemos delante, enfrente, como enemigo. O nos van a vencer ignominiosamente.

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             Aquí no creemos que nos vayan a vencer. Y no es por dar moral al Lector, ni al Sector resistente, sino por pura Lógica, por deducción de los objetivos que unos locos se han marcado. Los mismos que se marcaron sus abuelos o bisabuelos en un mundo totalmente diferente. Y porque no tienen ni idea de cómo funcionan las Empresas hoy en día. Y posiblemente tampoco a finales del siglo XVIII y principios del XIX. 

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             Eran simplemente ricachones. Tal vez «nuevos ricos». Tal vez hijos de «nuevos ricos». Pero aunque fueran miembros de una larga dinastía de millonarios, tenían todos una mentalidad simplista. Acostumbrados a ser obedecidos. A que sus deseos fueran órdenes para el entorno. Y, con la mentalidad propia del Imperio inglés, pensaron que en el resto del mundo iba a ser igual. En consecuencia, hiceron planes utópicos, absurdos, inviables en sí mismos. Y sus nietos o bisnietos pretenden ahora aplicarlos en los inicios del siglo XXI. Por ello están condenados. Estaban condenados ya antes de empezar sus gestiones directas. Tan lejanas como Enero de 1971, hace 52 años.

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             Es fácil que asistamos a sucesos insólitos. Habrá que afrontarlos sin perder de vista dónde estamos. Quiénes son ellos. Qué han pretendido. Qué visos de deseos de cambiar de conducta tienen. Las causas de su derrota. Y la manera de actuar para que tamaño crimen no pueda volver a repetirse pasados 30 ó 52 años. Ponerle solución definitiva. Cambiando lo que haga falta cambiar.

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             Para que no quede duda sobre lo que estamos viviendo, responderemos a las preguntas tácitas del párrafo anterior. Estamos en una Guerra de Sexta Generación, La primera que se ha dado de esta categoría. Por eso a muchos nos costó unos pocos meses darnos cuenta. No de que era de «Sexta Generación», sino que era una Guerra no declarada, traidora. De varias clases de profesiones, Políticos, Médicos, Jueces, Funcionarios de todos los niveles … Eso ha sido, Luego es aplicable la Legislación de tiempo de Guerra.

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             Quiénes son ellos, ya lo sabemos. De sobra. Uno por uno. Porque han salido en los medios que controlaban a advertir lo que nos iba a venir encima. Y muchos han contrbuido al engaño criminal que ha terminsdo con la muerte, o con secuelas graves, de muchos de nosotros, las víctimas. Han estado pensando todo este tiempo que les iba a salir gratis. Que iban a cumplir su propósito y convertirse en la nueva clase privilegiada, la de los «Elegidos». Los que iban a darse la gran vida en un «Nuevo Orden Mundial», la clase superior. Su fin va a ser mucho más gris, mucho menos lucido …

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             Lo que han pretendido es aprovechar una oferta que «personas importantes» hicieron a sus Superiores. Y éstos les transmitieron. Ninguno de ellos alegó problemas de conciencia para eludir intervenir en el crimen. Y si no se les dijo el Plan total, lo han ido viendo desarrollarse bajo sus ojos, a su lado. A pesar de todo han seguido obedeciendo a su Líder. Han seguido aplicando Protocolos a ciegas. Han visto cómo caían los enfermos a los que aplicaba esos Protocolos, con todas las incongruencias que encerraban. Y han visto medidas insólitas, aplicadas a toda la población. Y a colegas suyos bailando a escondidas por los pasillos de los Hospitales. Pero todo eso no ha servido de nada. Porque no tienen conciencia.                          

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             Unos pocos, por ahora, los menos estúpidos – porque no se les puede aplicar el calificativo de «inteligentes» – se han dado cuenta de que el barco hace agua. De que no les salen los planes, de que sus Jefes se repiten como un disco rayado. Y han empezado a desertar, a marcar distancias, a hablar de que tal vez se equivocaron, de que borrón y cuenta nueva … Pero no, genocidas criminales, no puede haber ni perdón, ni cuenta nueva. Han de pagar las consecuencias de sus actos. Las personas mayores, sí. Los menores de edad, no. Pero si eres mayor de edad, a Juicio.

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             Y si miramos detenidamente las causas de su derrota, veremos que no es que una mayoría de cómplices hayan vuelto sus posturas y hayan contribuido claramente a esa derrota. Han mantenido su postura inicial, o han intentado posicionarse en una oscura «tierra de nadie». Pero no ha sido con su ayuda que se logró la victoria. No han movido un dedo para volver a la situación de antes de la Guerra, para recuperar la normalidad de siempre, antes de que ellos actuaran. No se merecen nada. Porque no han hecho nada para merecérlo. Nada.

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             Por eso se impone tonar las medidas pertinentes, hacer Consejos de Guerra y juzgar con criterio severo a unos criminales genocidas que han cometido múltiples y reiterados crímenes contra la Humanidad. Que han acabado con la vida de cientos de miles de personas, si no son millones Y han dañado gravemente e inutilizado, posiblemente de por vida, a otros tantos o más.

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             Pensando no sólo en castigar sus crímenes, sino en preservar a las generaciones futuras de tamaños monstruos. No deben poder pisar la calle ninguno de los encontrados culpables de los crímenes que hemos podido observar en estos tres años pasados. Y juzgados con arreglo a la Ley militar – pues en soldados enemigos se convirtieron por su propia voluntad – las sentencias dictadas por un Tribunal Miliar, deberán cumplirse a la menor tardanza. Sólo así quedaremos libres de la peor clase de escoria que nunca se pudo observar sobre el planeta.                     

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