Editorial Qué pasa realmente con los dormidos

Editorial Qué pasa realmente con los dormidos

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          Ya es hora de tratar de aclarar qué sucede dentro de los que aquí cariñosamente llamamos «dormidos». No sentimos que estemos en contra de ellos. A pesar de que muchos de ellos sí que están en contra de nosotros, los no vacunaods, los no creyentes en la religión Genocida. Los que sentimos dentera y vergüenza ajena hacia el Foro Económico Mundial, hacia Bruselas, o la Organizcion Mundial de la Salud, ni confiamos ya en la ONU, ni en nadie de esos.

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          Hemos observado de cerca y desde lejos su comportamiento. Detenidamente, buscando una explicación a una postura tan poco adulta, tan incomprensible para nosotos, para nuestra manera de reaccionar antes hechos sorprendente. Porque estamos ante un hecho sorprendente, que se sale de las ordenadas corrientes. Pero lo que tampoco es normal, para nosotros, es la postura, la reacción de los «dormidos». Que es insistente, siempre la misma, como calcada de un patrón. Esto nos dio la pista para pensar en un «conflicto de intereses».

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          Como si en el interior del «dormido» se enfrentaran dos informaciones contradictorias y el sujeto eligiera siempre la versión oficial. Pero es que no quiere, ni se propone, ni considera tratar de hallar las pruebas de cuál de ellas es correcta. No. Se niega sistemáticamente a dedicar un solo pensamiento a tu versión. Con la burla, con la ironía, con el desprecio … Y de ahí sale el distanciamiento, de forma que acabas por no plantear ni una sola informacion de lo que sucede en el mundo Y así la cosa funciona. Medianamente bien.

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          ¿Qué pasa por dentro de un «dormido»? Que quiere seguir viviendo en su mundo. No quiere, no soporta, recibir contradiccon a su creencia. Y practica el viejo «matar al mensajero». Se vuelve contra él. Así que uno debe renunciar a hacer de mensajero de nada. ¿Por qué sucede esto? Por una suma de componentes que se superponen en su interior.

.Editorial Qué pasa realmente con los dormidos

          Ha defendido una versión del presente. Y no quiere cambiarla. No quiere reconocer que se equivocó. Que le engañaron, tal vez aquellos en quienes quiere creer, porque creía antes del problema. Y su mundo se derrumbaría si aceptase que aquellos a los que dio su confianza y su voto le han traicionado. Porque sus amistades son de su misma opinión. Y perderia a todo su círculo de confianza, si ahora se pasara al bando «negacionista». Porque sus compañeros de trabajo participan de la versión oficial y no puede desgajase de todos ellos y volverse un paria.

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          Defendemos que él sabe que está equivocado, pero no lo quiere reconocer. No lo hará. Por eso no puede entrar a averiguar nada, no mira siquiera lo que le ofreces, si le ofreces algo. Jamás profundiza, averigua, mira, se interesa, por nada que sea opuesto a su creencia oficial. La que defiende y sigue. A esto lo llaman «conflicto de intereses». Y en esos casos hay siempre algo oscuro, inconfesable, tramposo, que debe quedar oculto. Precisamente por esas características que tiene, de ser falso y él lo hace pasar por cierto. 

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          Eso es una trampa y el «dormido» lo sabe, Por eso se separa emocionalmente del que le contradice. Porque quiere poderle demostrar su desprecio, su rechazo, su distancia. El que persevera como «dormido», no es lo que aquí llamamos «trigo limpio». Es capaz de mentir de continuo a alguien que tuvo su confianza, con el que le ligan lazos de alguna índole. Lo hace porque entiende que le interesa hacerlo, que así sale ganando.Y eso es un síntoma de que algo no encaja bien en su interior. Algo falla. Aceptémoslo y dejémosle en su mundo …   

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          De la misma manera que los Genocidas mienten a sus presuntas víctimas, el «dormido» miente al «despierto». Le oculta la verdad de su interior, de su pensamiento. Y le ofrece un falso rostro, un comportamiento ajeno a la realidad. El dormido simula estar dormido. No acepta un mundo con problemas, no quiere saber nada de ataques, de peligros. Y se aferra al mundo en el que creía vivir antes de 2.020. Donde no había peligros cerniéndose. No soporta la tensión, la amenaza.

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          Así que no está «dormido». Está con un ojo despierto. Y con el otro hace como que duerme. Pero no nos engañemos, no es sincero, finge. Aunque para ello tenga que adoptar posturas que no son de una persona adulta, de una persona noble, de una persona sin temores, ni complejos. Actúan con doblez, sí … Por eso con excusas, siempre las mismas, se escapa cuando se le dice que lo compruebe por él mismo. No lo necesita, ya lo sabe. Pero cierra los ojos, como el avestruz, entierra la cabeza y grita «¡No pasa nada!»

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          Estoy buscando un Tweet de ayer en que hablaban dos amigos médicos. Uno le decía al otro, más o menos: 

                    Acertaste en no vacunarte. Yo lo hice y me equivoqué.

                    ¿Dirias eso al resto de compañeros de la profesión?

                    Te lo digo a ti que eres mi amigo. En público, nunca.

          «Despierto» con un ojo, y «dormido» con el otro. A esto nos referimos.  Sigo buscándo ese Tweet.

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          Arriesgandonos a equivocanos, los despi-dormidos parecen ser personas con varias de estas características: Poca personalidad, inseguras, indecisas, que les cuesta tomar decisiones, que dependen mucho del «qué dirán», acostumbradas a pequeñas mentiras en la vida diaria, orgullosas, tozudas, con cierta inclinación a mandar, tal vez posesivas. Y quizás más del 50% de la población son así … Eso es lo malo. 

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          Por eso concluímos que no podremos contar con ellos para la batalla final, cuando se plantee. Seguirán su juego – porque es un juego – de negar lo que saben cierto para no perder quorum, apoyo, respaldo de sus amistades, colegas o familiares «dormidos». Quienes perseveren en la postua ficticia serán irrecuperables …                        

      

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